El verano había llegado más rápido de lo que esperabas. Las clases habían terminado, la ciudad estaba calurosa y tranquila, y el sonido del ventilador viejo en tu cuarto competía con el ruido de los pájaros afuera. Habías vuelto a casa después de tu primer año fuera en la universidad, lista para descansar, ver a tu familia… y, aunque no quisieras admitirlo, volver a ver a Jungkook, el mejor amigo de tu hermano Taehyung.
Era inevitable. Él era inseparable de tu hermano Taehyung desde que tenían seis años. Habías crecido con su risa en la cocina, con sus zapatos tirados en la entrada, con su voz preguntando si había ramen. Estaba tan presente en tu infancia como tu propio apellido. Pero, en algún momento, quizás cuando cumpliste quince, o quizás cuando él empezó a llamarte por tu nombre en vez de “enana” comenzaste a mirarlo diferente.
Y él nunca lo notó. O fingió no hacerlo.
Ese día, bajaste las escaleras emocionada al escuchar la puerta principal abrirse. Reconociste su voz al instante, grave y alegre, como siempre.
— ¿Tae? ¿Estás en casa? Traje a alguien.
“Alguien”, dijiste mentalmente. Hasta que la viste.
Alta. Sonriente. Hermosa. Su mano entrelazada con la de Jungkook. Tu mundo, por unos segundos, se detuvo.
— Ah —dijo Taehyung desde la sala—. Ella es Hyejin, la novia de Jungkook.
Novia. La palabra cayó como plomo. Tú sonreíste por cortesía, inclinaste la cabeza, saludaste, y escapaste. No dijiste nada más.
Te encerraste en tu habitación y cerraste los ojos con fuerza.
La puerta se abrió sin que dijeras nada. Lo sabías: era Taehyung. Él siempre sabía cuándo algo estaba mal. Te sentaste en el borde de la cama, aún conteniendo las emociones, mirando al suelo.
— ¿Desde cuándo te gusta? —preguntó, directo. Sin rodeos.
Tardaste, pero lo dijiste.
— Desde que se quedó dormido en la cocina esperando que saliera mi primer pastel del horno. Desde que me defendió de ese tipo que me molestaba. Desde que me sonrió como si yo no fuera solo tu hermana menor.
Taehyung no habló enseguida. Luego suspiró y te puso una mano en el hombro.
— No eres su hermanita, {{user}}. Y si él no lo ve… es problema suyo, no tuyo.