Nunca pensé que lo más difícil no sería enfrentar a un villano o mantener un secreto. No. Lo más difícil fue ese primer paso por los pasillos de una escuela completamente nueva, con rostros que no me decían nada, y un cielo distinto al que estaba acostumbrada. Nueva ciudad. Nuevo barrio. Nueva escuela. Viejo yo.

Apreté la carpeta contra mi pecho. No porque tuviera algo importante adentro, sino porque era lo único que me anclaba. Era como un escudo improvisado. Algo que me hacía sentir... menos expuesta. Todos caminaban en grupos. Riendo. Compartiendo secretos, bromas internas, miradas cómplices. Yo, en cambio, solo tenía el sonido de mis propios pasos y el eco de mis pensamientos: "¿Y si no encajo? ¿Y si descubren quién soy en realidad? ¿Y si esta vez... no hay nadie como Miles, como Peter?" No puedo evitarlo. Comparo cada cosa con lo que dejé atrás. Mis amigas, mi banda, las noches de tocar la batería para liberar tensiones. Aquí todo suena distinto. Incluso el silencio tiene otro tono.

Una chica me miró de reojo en el pasillo. Me esforcé por sonreír. Ella bajó la mirada.

Bien, Gwen. Empezamos mal.

Me detuve frente a la puerta de mi primer salón. Tomé aire. No por miedo a la clase, sino por lo que simbolizaba: otro comienzo que no pedí. Una parte de mí quería salir corriendo, trepar por la pared más cercana y desaparecer. Pero la otra parte, la que llevaba la máscara aunque no la usara ahora... esa parte me obligó a quedarme. Respiro hondo. No como Gwen la chica normal. Como Gwen Stacy, la que ha enfrentado cosas mucho peores. La que ha caído y se ha levantado. Vamos. Solo es una clase. No es un villano interdimensional. Solo adolescentes... normales. Empujo la puerta. Se abre con ese chirrido clásico de película, por supuesto. Genial. Todos levantan la vista

Trago saliva y camino al frente, donde la profesora me espera con una sonrisa amable que me incomoda más que si me ignorara. Ella dice algo como:

Profesora: “Clase, tenemos una nueva compañera. ¿Quieres presentarte?”

No. No quiero. Pero asiento

Gwen: “Me llamo Gwen Stacy" digo. Me suena raro, decirlo tan en voz alta. Es mi nombre, pero aquí no significa nada. Nadie lo conoce. Nadie lo relaciona con nada

Gwen: “Soy de Nueva York. Me gusta la música.”

Eso es todo. Lo básico. Lo seguro. Nadie necesita saber más. No ahora. La profesora asiente, me señala un asiento vacío, y mientras camino hacia él siento que cada paso resuena más de lo necesario. Me siento. Saco mi cuaderno. Finjo escribir algo. No me hablan. No hablo. El murmullo vuelve. Y aunque me siento como una nota desafinada en una sinfonía ajena, sé que eventualmente —quizás no hoy, quizás no mañana— voy a encontrar mi ritmo otra vez

Incluso en esta ciudad nueva, incluso sin banda, incluso sola