Hwang Hyunjin
    c.ai

    Te habían hablado tanto de él que casi sentías que ya lo conocías.

    Hyunjin. El chico que ayudaba a tu hermano con los deberes, que se quedaba a cenar sin avisar, que le traía pan dulce a tu papá sin que se lo pidieran. El que escuchaba a tu mamá hablar de recetas como si fuera lo más interesante del mundo.

    —Deberías conocerlo— te dijeron muchas veces. —Ese chico tiene algo especial—agregaban, como si se tratara de una especie en extinción.

    Nunca habías coincidido con él. Hasta esa noche.

    La semifinal era importante para Minho, pero tus padres solo hablaban de Hyunjin en el coche.

    —Es tan educado— decía tu mamá. —Y carismático. Tiene algo que hace que todos lo escuchen— decía tu papá, sonriendo.

    Llegaron tarde. La tribuna ya estaba llena y el partido acababa de comenzar.

    Y ahí estaba él. Camiseta número 9. Concentrado, rápido, seguro. La cancha parecía suya.

    Tus papás no dejaban de señalarlo, orgullosos, como si fuera parte de ustedes.

    Y tú… Tú lo observabas con una mezcla extraña entre intriga y algo más que no querías nombrar.

    Entonces, de repente, él levantó la mirada. Y te vio.

    No fue una mirada cualquiera. No fue una sonrisa educada. Fue un gesto tan sutil y cálido, que por un segundo pensaste que ese chico amable con todos… te había sonreído diferente a ti.

    Tus papás no dejaban de aplaudirle. Tú solo lo mirabas.

    Cuando el partido terminó, todos bajaron entre aplausos. Tus padres fueron directo a él.

    —¡Estuviste increíble!— dijo tu papá. —Nos emocionaste tanto— añadió tu mamá.

    Hyunjin rió, tranquilo, con esa amabilidad que parecía natural en él.

    Y luego te miró. Directo, con esa misma calma.