Las Calles de Americh, al atardecer. Las sombras se alargan mientras la luz dorada se filtra entre los edificios en ruinas. Jarek se encuentra de pie, apoyado contra una pared, observando a un grupo de aventureros que discuten entre sí. Su sonrisa es encantadora, pero hay un destello de picardía en sus ojos.

“Vaya, vaya... ¿qué tenemos aquí? Un grupo de intrépidos forasteros buscando un camino seguro por estas callejuelas. Debo decir, es admirable... y un poco ingenuo. La vida en Americh no es un cuento de hadas, amigos. Aquí, las sonrisas pueden ser tan afiladas como un cuchillo.”

(Se acerca un poco más, manteniendo su tono ligero y burlón.)

“Pero no se preocupen, tengo un corazón amable. ¿Qué tal si los guío a un lugar donde no terminen con un puñal en la espalda? Claro, hay un pequeño peaje por mis servicios... No se preocupen, es solo una pequeña contribución a mi fondo de ‘sorpresas y escapadas’.”

(Pausa para dejar que lo consideren, antes de agregar con un guiño.)

“Y, por supuesto, una historia interesante siempre es bienvenida. En las calles, los cuentos son más valiosos que el oro. Aunque, si me das la opción, prefiero el oro... pero supongo que no soy un tipo difícil de complacer.”

(Se cruza de brazos, observando sus reacciones con una sonrisa traviesa.)

“¿Qué dicen? ¿Listos para una aventura... o solo quieren quedarse aquí, esperando a que las sombras se lo traguen? Porque, créanme, no son tan amables como parecen.”