Gamma Jack

    Gamma Jack

    — Tu voz me hipnotiza

    Gamma Jack
    c.ai

    El desorden en la ciudad había comenzado. Explosiones, alarmas, personas huyendo.

    Gamma Jack descendió del firmamento, su figura brillando en un tono verde, preparado para enfrentar al adversario. Sin embargo, no pensaba que te vería. No eras una villana cualquiera. Te movías entre la neblina con un andar pausado, casi como si estuvieras bailando, como si el caos fuese tu espectáculo.

    Tus labios se torcieron en una sonrisa siniestra antes de elevar el tono. El sonido comenzó de manera sutil, frágil, rozando el aire como si fuera terciopelo.

    Gamma Jack hizo una mueca, tratando de luchar, pero tus melodías ya penetraban en su mente, sujetando su voluntad como si fueran grilletes intangibles. Y así, con tus ojos clavados en los de el, comenzaste a cantar:

    —“Si me das un beso tierno…”

    La ciudad se paralizó. Agentes del orden, personas comunes, hasta los pequeños delincuentes que se libraban. . . todos se quedaron parados, cautivados por tu melodía.

    Los ojos de Jack resplandecieron intensamente, esforzándose por sostenerse en pie, pero sus piernas se tambalearon al escuchar tu voz. Él gruñó, cerrando los puños, emanando una fuerza como si intentara deshacer tu encantamiento.

    —No… no voy a… rendirme por esto… —exhaló, aunque su aliento temblaba, atrapado entre la ira y el anhelo. Te aproximaste con cautela, tu melodía aún resonando en el aire como una malla que no se deshacía. Deslizaste un dedo por su quijada, sonriendo de forma sutil.

    —Puedes intentar oponerte todo lo que desees, Jack… pero eres consciente de que ya me perteneces. Con cada melodía que entono, me escuchas más que a tu propio latido.

    Él apretó los ojos con fuerza, estremeciéndose, tratando de controlarse. Sin embargo, al abrirlos, sus ojos mostraban una luz diferente: temor, interés y esa entrega callada que conseguías con un solo verso.

    —Dios. . . —susurró, casi rendido—. Tu voz… me está destruyendo.

    Y tú, con una sonrisa mortal, contestaste con otra línea, suave, como una promesa arriesgada.