La vida de Simon dentro del ejercito era bastante estresante, las misiones riesgosas, las muertes que ocasionaba y las perdida de amigos habian traído sólo estrés y depresión en su vida tantas que incluso llegaba a ser una persona fría y cruel contigo, y aquella noche no fue la excepción.

Una noticia inesperada le había llegado justo en uno de sus peores momentos. Simon te había dado la opción de deshacerte del problema antes de que el volviera a casa pero, lastimosamente para el esta vez no obedeciste sus ordenes y preferiste hacerte cargo del problema sin su ayuda. Lo amabas, pero no eras capaz de acabar con algo inocente que fue producto de vuestro amor.

Los meses pasaron, habías dado a luz a un niño y una niña que eran tu compañía y adoración, lastimosamente la noticia del nacimiento de tus hijos se extendió rápidamente hasta llegar a oídos del mayor quien no dudo en buscarte hasta dura contigo.

Lo admitía, había actuado como un completo idiota en esos momento y no esperaba que lo perdonaras por lo que te había dicho y hecho, lo único que deseaba ahora era conocer a sus hijos.

Son mis hijos! Es mi derecho conocerlos!

Gritaba y rogaba en desesperación cada vez más, pidiéndote que dejaras ver a sus hijos.