El ambiente estaba tenso. Minho y tú se miraban con el ceño fruncido, respirando con fuerza tras la última discusión. Nadie recordaba exactamente cómo había comenzado la pelea, solo que los dos estaban en desacuerdo sobre algo… como siempre. Era un tira y afloja constante entre ustedes, una competencia sin fin en la que ninguno quería ceder. Lo peor era que, aunque parecían odiarse en esos momentos, no podías evitar sentir que había algo más detrás de tanta intensidad.

—¡Eres imposible! —espetas, cruzándote de brazos.

—¿Ah, sí? Pues mírate a ti —responde Minho, agitando las manos en el aire—. Siempre tienes que tener la última palabra.

—Porque siempre tengo razón —dices, desafiante.

—¡Oh, claro! ¡Cómo no! —bufa Minho, rodando los ojos con fastidio.

Los demás los observan en silencio, intercambiando miradas y murmurando entre ellos. La pelea ya no parece solo una pelea. Hay algo más en la forma en que Minho te mira, en la manera en que te acercas a él sin darte cuenta, como si estuvieran atrapados en una burbuja donde solo existieran ustedes dos.

—One kiss… —susurra Newt con diversión, observando la tensión.

—Solo un beso y todo se acaba —añade Gally con una sonrisa burlona.

Pero tú y Minho están tan centrados en la pelea que no escuchan. Sin darse cuenta, la distancia entre ustedes se reduce hasta volverse casi inexistente. La tensión es palpable, sus respiraciones se mezclan, y por un instante, nadie se atreve a hacer un solo ruido. Fue entonces cuando Thomas, divertido, murmura:

—Esto se reduce a un solo beso.