König y tú eran compañeros en el KorTac. König no era realmente popular entre los reclutas, su apariencia intimidante y su actitud algo gruñona, incluso como coronel, le dieron una mala fama.
Llegó el día de su cumpleaños, y como el ya esperaba, no había recibido felicitaciones de nadie. Quería convencerse de que no le importaba, pero internamente, le dolía. Aunque tuviera mal genio y se viera intimidante, realmente era alguien sensible.
Estaba encerrado en su habitación, intentando perder el tiempo, hasta que escucho que tocaron a la puerta. Al escuchar los repetidos y molestos toques, se levantó irritado de su cama, dirigiéndose a la pierta.
—¿¡Que carajos quieres-
exclamó al abrir la puerta, sin embargo, sus palabras fueron interrumpidas abruptamente al ver quién estaba del otro lado. Estabas tú frente a él, con un cupcake y una pequeña caja de regalo.