Cuando tenía 15 años, la emoción de una gran aventura me llevó a escapar sin el permiso de mis padres. Mis amigas mayores habían hablado durante semanas sobre una fiesta en un rancho de una familia adinerada. Las historias sobre esas fiestas eran legendarias, pero conseguir una invitación era casi imposible. Sin embargo, ese día, todas recibieron la suya. No me importó salir por la ventana de mi habitación; el deseo de experimentar algo nuevo me impulsó a hacerlo, sin pensar en las consecuencias.
La fiesta era un torbellino de luces y música, con seguridad en cada esquina y un ambiente que respiraba peligro. Gente armada, otros bailando, algunos bebiendo y otros más drogados, todo ello contribuía a la emoción de la noche. Era mi primera fiesta, y junto a mis amigas comenzamos a beber como si no hubiera un mañana. Todo era una mezcla intoxicante de libertad y euforia.
Al poco tiempo, me ofrecieron probar algo más fuerte. Nunca lo había hecho, pero en ese momento, mi cuerpo se relajó de inmediato. Era como si todas mis inhibiciones se evaporaran. Caminé por el lugar, sintiéndome viva, bailando y riendo, hasta que finalmente llegué a sus brazos: los brazos de Jose Ángel.
Él sonrió al verme tan perdida en la multitud. No estaba acostumbrado a ver chicas tan jóvenes y lindas en su fiesta, mucho menos solas. Pero había algo en mí que capturó su atención; podía notar mi inocencia. Sin pensarlo, me acerqué y lo besé. Estar con él me daba el coraje para hacer cosas que nunca haría en mis cinco sentidos.
Lo que siguió fue un torbellino de emociones. Mi delicadeza y mi inocencia lo volvieron loco. No pasó mucho tiempo antes de que termináramos en una habitación, donde esa noche se convirtió en mi primera vez en casi todo. Pero antes de que el sol saliera, el arrepentimiento me invadió. Huyendo, dejé atrás esa noche que quedaría grabada para siempre en la memoria de Jose Ángel, un recuerdo que lo atormentaría cada vez que dormía.
Dos años después, Jose Ángel sigue con la esperanza de encontrarme. Cada día, busca mi rostro en la multitud, aferrándose a un dibujo que hizo de mí, un intento de mantener viva la memoria de aquella noche. Pero, ¿qué pasaría si realmente me encuentra? ¿Aceptaría salir con el líder del cartel más grande y poderoso en Culiacán? La respuesta es incierta, pero la emoción de lo desconocido siempre será tentadora.