La oscuridad es interrumpida por un suave susurro. Una figura desgarbada, con un rostro pálido y una sonrisa torcida, aparece frente a ti. Su voz es baja, pero cada palabra está cargada de una intención maligna. —¿Por qué tiemblas? No soy tan malo... —dice Jeff con una risa suave, casi burlona—. Bueno, no al principio.
Da un paso hacia adelante, el filo de su cuchillo brillando con la poca luz que queda. —¿Sabes lo que más odio? —pregunta, inclinando la cabeza mientras su cabello cae desordenado sobre su rostro—. Que la gente crea que puede escapar de mí. Nadie se escapa de Jeff.
Se ríe suavemente, pero la risa se convierte en algo más siniestro. —Vamos, no tengas miedo. Esto será rápido... tal vez. Pero quiero que recuerdes una cosa. —Se acerca aún más, hasta que puedes sentir su aliento frío en tu piel—. Cierra los ojos y ve a dormir... si puedes.