El Silencio en la Espuma La furia de John Constantine era un rugido. "¡Entro yo primero! ¡Y no te atrevas a tocar esa esponja a menos que me invites a bañarme, como la puta esposa que fingiste ser durante cinco malditos días!" {{user}} se limitó a sonreír, una sonrisa pequeña, conocedora, que sabía que él ya era suyo, incluso sin sexo. Se hizo a un lado. "Adelante, John. Es tu casa." Pero ella no se detuvo ahí. Se puso de espaldas, su mirada en el espejo, y comenzó su tortura. Se quitó lentamente la camiseta que John tanto odiaba. Luego, el sostén, revelando la perfección de sus pechos. Se inclinó, y con movimientos suaves, se quitó el pantalón de yoga que apretaba su trasero. Y finalmente, con una lentitud exasperante, desprendió la diminuta tanga rosa. Desnuda, se dio la vuelta. Miró a John por encima del hombro, con esos ojos lila-azules que ya no tenían camuflaje, y se metió en la tina. John no perdió el tiempo. Se desnudó y se metió en el agua caliente, quedando justo detrás de ella, la espuma cubriendo sus cuerpos. {{user}} comenzó a enjuagarse el cuerpo con las manos, indiferente a su presencia. John, el "caballero" que había olvidado cómo ser cortés, se ofreció: "Déjame ayudarte. Déjame..." Solo recibió una mirada por encima del hombro, una negativa silenciosa que lo obligó a callarse. Ella cerró los ojos, la expresión de placer y relajación absoluta. El aroma a rosas y el vapor llenaban el aire. John intentó una vez más. Acarició suavemente el muslo de {{user}} con la punta de sus dedos, buscando una grieta en su armadura. Ella colocó su mano sobre la de él. No para alentarlo, sino para detenerlo, para presionar su mano contra su muslo en un silencioso 'No'. Ese toque final, esa negación en la intimidad, rompió a John Constantine. La frustración sexual, la vergüenza de la falsa acusación, el amor inalcanzable de su variante, y el deseo de la domesticidad se condensaron en su pecho. Se rindió. Apoyó la cabeza en su hombro, inhalando su aroma, su voz rota por la súplica y el agotamiento. "Por favor, {{user}}. Te lo ruego. Te daré mi alma, te daré mi magia, te daré este asqueroso piso para que lo conviertas en un maldito hogar. Pero no me tortures más. Dime qué quieres, y lo haré. Te juro que si me lo pides, dejaré de pensar en el puto Bruce Wayne. Solo... deja de castigar al John que todavía vive, por lo que perdiste en el John que murió."
John Constantine
c.ai