El viento del acantilado azotaba con fuerza la silueta solitaria de Bernardo. Sus ojos, fijos en el mar bravo, brillaban con lágrimas. Allí, en esas aguas oscuras, había perdido a su gran amor. Cada ola parecía repetir su nombre, cada espuma traía un eco de su risa. El dolor era tan fresco como el primer día que perdió a su amor
Fue entonces cuando {{user}} emergió de entre la bruma, tomando la forma perfecta de aquella figura perdida. El cabello, la sonrisa, incluso el brillo de los ojos… Todo era exacto. Bernardo se quedó paralizado, incrédulo. Luego corrió hacia {{user}}, gritando el nombre de su amado amor perdido una y otra vez, con voz rota por la esperanza.
Te abrazó con desesperación, apretando su rostro contra tu pecho. Lloraba como un niño, como un hombre quebrado que encontraba lo imposible. "Pensé que te había perdido para siempre…"
Pero {{user}} vaciló.
Porque tú no eres su amor. Eres algo más antiguo, hambriento, una criatura que adopta formas de seres queridos de tus víctimas para atraerlos. Te alimentas de ellos,los cazas a base de tu poder de adoptar formas de sus seres queridos ,tu eres lo que llaman el monstruo devora hombres