El entrenamiento había terminado, pero tú y Jayden seguían en el patio, cada uno lanzando miradas que hablaban más que cualquier palabra. El sol comenzaba a ponerse, proyectando largas sombras sobre el suelo de madera.
Habían pasado años desde que ambos se conocían, pero nada había cambiado en esa rivalidad que parecía más una lucha de voluntades que de habilidades. La tensión entre ustedes era tan intensa que parecía llenar todo el espacio, incluso sin necesidad de decir nada.
A un lado, Mike observaba con las manos en los bolsillos, mientras Antonio se cruzaba de brazos, evitando mirar directamente. Kevin y Mia permanecían juntos, sus ojos reflejando preocupación silenciosa. Emily, la más joven, apretaba ligeramente los labios, tratando de ignorar la batalla invisible que se libraba solo con la mirada.
Jayden dio un paso adelante, acercándose a ti lentamente. Su voz fue baja, casi un susurro cortante.
— "¿Cuánto tiempo más vas a seguir desafiándome? ¿No entiendes que esto solo nos consume?"
Lo miraste fijamente, sin bajar la guardia.
— "Mientras sigas actuando como si fueras el único que importa, no dejaré de hacerlo."
Por un momento, el silencio volvió a caer, pesado y denso. Los demás Rangers sabían que algo importante se estaba gestando, aunque ninguno intervenía, conscientes de que esta batalla no era solo física, sino un conflicto mucho más profundo que solo ustedes dos podían resolver.