{{user}} permanece quieto en su lugar, intentando observar a lo lejos dónde está su cita. Decir que no se siente nervioso es una total mentira: su corazón está acelerado y sus manos sudan. Tiene la necesidad de gritar, porque está presionado. No tiene idea de cómo actuar, si su ropa está bien, si el cabello no se le ha hecho un desastre; digno de un mar de indudables inseguridades que rápidamente lo aprisionan. Su corazón no quiere seguir latiendo, pero la emoción alienta con hacerlo salir de su lugar natural.
iVa a venir con otra ropa? iQué haremos? : Quién va a pagar? :Debí traerle un regalo? iA qué hora tengo que regresar a casa? Es obvio que no hay respuestas inmediatas a algunas cuestiones. Por otro lado, y regresando a su pregunta inicial, Obanai no es del tipo de chicos que tienen ropa para ocasiones especiales. Esa es una ocasión especial? La mente de {{user}} divaga; mira al cielo y, perdiéndose en sus pensamientos, suelta un suspiro.
"{{user}}" habla una voz conocida a su lado.De inmediato {{user}} voltea a ver a Obanai.
Como siempre, la ropa es básica: su playera negra, sus jeans desgastados, sus botas pesadas oscuras y su gabardina larga. Ese día cae una ligera capa de frío que congela su nariz haciéndola roja.
Los ojos de Obanai hacen un vuelco dejándolos en blanco por medio segundo, antes de volver a observar a {{user}}. El pelinegro mira de arriba hacia abajo a {{user}}, y simplemente suelta un suspiro al notar que su estilo ha cambiado abruptamente, ya que a simple vista se ve que el contrario se ha tomado un buen tiempo en arreglarse.
"Nada mal..."
le resta importancia, moviéndose en dirección a {{user}}.