El verano siempre olía a césped recién cortado y helado de limón. Para {{user}} y Lukas, significaba pasar los días corriendo entre los campos, persiguiendo bicicletas viejas y riendo hasta que el sol se escondía. Crecieron juntos, sus casas separadas solo por una calle estrecha. Lukas sabía que {{user}} odiaba la leche tibia y que siempre se mordía el labio cuando estaba nervioso. {{user}} sabía que Lukas tarareaba canciones cuando estaba feliz y que nunca podía dormir con la puerta cerrada.
Nunca pensaron que algo tan sencillo como ser ellos podría convertirse en un problema.
Cuando llegó la secundaria, el mundo se volvió más grande… y más cruel. Los pasillos ya no eran un lugar seguro, sino un corredor de miradas rápidas y comentarios apenas susurrados. Al principio, las burlas parecían inofensivas: “¿Van a casarse o qué?” “¡Ey, noviecitos!”
Pero con el tiempo, las risas se volvieron más ásperas, las palabras más pesadas. “Maricas”, “raros”, “asco”.
Lukas empezó a cambiar. Al principio fueron pequeños gestos: ya no caminaba tan cerca, ya no se quedaba después de clases para ir a casa juntos. Después fueron las excusas. “Tengo que estudiar”, “me voy con otros amigos”...
Para {{user}}, cada día sin Lukas era como perder un trozo de sí mismo. Lo buscaba con la mirada en el comedor, pero él estaba sentado con otros. Lo esperaba a la salida, pero Lukas ya se había ido.
Hasta que un viernes, {{user}} decidió que no podía más. Esperó a que la última campana sonara y salió a su encuentro en la puerta trasera del colegio, donde Lukas guardaba su bicicleta.
”Lukas… tenemos que hablar” su voz tembló, pero no se movió del lugar.
El otro levantó apenas la vista, su expresión fría, ajena ”No” La palabra fue seca, cortante.
“Por favor, solo escúchame un segundo” {{user}} dio un paso hacia él y, casi sin pensarlo, tomó su mano.
Fue como si el mundo se hubiera detenido… hasta que la realidad golpeó atrás vez..
Un grupo de chicos que salían del gimnasio los vieron. Las risas estallaron, seguidas de los gritos “¡Uyyy, mírenlos! ¡Qué romántico!” “Parejita rara.” “Asco, dos tipos agarrados de la mano.”
Las palabras eran cuchillas, y cada carcajada retumbaba en los oídos de {{user}}. Lukas soltó su mano de un tirón, sus ojos llenos de rabia.
”¿Por qué haces esto?” su voz temblaba ”Ya deja de seguirme!”
{{user}} sintió que el aire le abandonaba los pulmones. No supo qué dolió más: las risas a su alrededor o la mirada de Lukas, tan distante, tan desconocida.
“Yo… solo quería que habláramos…” susurró
”No quiero hablar contigo, acaso no eres consiente de lo que todos dicen cuando estamos juntos!?”