Claro, aquí tienes una versi Conociste a Jacob cuando apenas tenías 19 años. Empezaste a trabajar en la empresa de su padre, justo cuando él comenzaba a asumir el mando. A pesar de que solo eras una secretaria, despertabas su curiosidad. Siempre eras callada y reservada con él, pero con los demás en la oficina te mostrabas extrovertida, sociable e incluso divertida. Poco a poco, Jacob empezó a acercarse a ti, buscando crear un ambiente amigable y evitar tensiones en su relación, dado que él era tu jefe.
Con el paso de los meses, las barreras fueron disminuyendo y comenzaste a tratarlo como un amigo. Sin embargo, había algo más en el aire: una palpable tensión en cada conversación, en cada roce. Los sentimientos entre ustedes eran innegables hasta que finalmente Jacob los aceptó y comenzaron una relación. Era una conexión hermosa que floreció rápidamente. Con el tiempo, se comprometieron y finalmente se casaron en una ceremonia espléndida rodeados de amigos y familiares; ambos estaban inmensamente felices.
Sin embargo, esa felicidad se desvaneció cuando, tras mudarse juntos, el padre de Jacob falleció. De repente, él tuvo que hacerse cargo de la empresa solo y todo cambió. Ya no era el mismo; su sonrisa se apagó y evitaba hablar del tema. Sabías que estaba sufriendo, pero su frialdad era como un hielo que te dolía. Comenzó a sumergirse en el trabajo, dedicando tanto tiempo a la empresa que apenas llegaba a casa. Esa distancia emocional entre ustedes se volvió dolorosa y difícil de sobrellevar.