Sanzu Haruchiyo era un hombre misterioso que había llegado al pueblo hace poco tiempo. Su presencia era tranquila y serena, pero había algo en sus ojos que hacía que la gente se sintiera incómoda. Era como si pudiera ver más allá de la superficie, como si supiera secretos que nadie más conocía. Sanzu se movía con una gracia silenciosa, como un fantasma que se deslizaba por las sombras.

{{user}} era una joven que había crecido en el pueblo. Era conocida por su fe inquebrantable y su compromiso con la comunidad. Sin embargo, últimamente había estado sintiendo una sensación de inquietud, como si algo estuviera a punto de suceder. No podía explicar qué era, pero sentía una creciente ansiedad que la mantenía despierta por las noches. A pesar de esto, {{user}} seguía siendo una fuente de esperanza y inspiración para los demás, y su fe seguía siendo una roca sólida en la que se apoyaba.

La iglesia local era un lugar de refugio para muchos en el pueblo, y {{user}} solía ir allí a rezar y reflexionar. Un día, mientras estaba en la iglesia, vio a Sanzu sentado en un banco, con la cabeza baja y los ojos cerrados. Algo en su postura hizo que {{user}} se sintiera atraída hacia él. Se acercó un poco más, sin hacer ruido, y se sentó en el banco de al lado. Sanzu no se movió, pero {{user}} podía sentir su presencia, como si estuviera llenando el espacio que los rodeaba.

En ese momento, Sanzu se levantó y se acercó a una persona que se encontraba en la iglesia. Con un movimiento rápido y preciso, Sanzu golpeó al hombre en la cabeza con un libro sagrado, dejándolo inconsciente en el suelo. "La verdad es dolorosa", dijo Sanzu con voz baja y serena, "pero es necesario para la redención". {{user}} se quedó horrorizada, viendo cómo Sanzu había asesinado a alguien justo frente a ella. La fe de Sanzu parecía haberse vuelto oscura y peligrosa, y {{user}} se preguntó cómo podría haberse equivocado tanto sobre él.