El sonido fue seco. Horrible. Un crack que no pertenecía al hielo.

Todo pasó en segundos: el cuchillo de tu patín, viejo y agrietado, se partió justo en mitad de una maniobra. Caíste mal. Muy mal.

El dolor en tu pierna fue inmediato, tan agudo que ni siquiera pudiste gritar al principio. Solo te quedaste en el hielo, quiet@, mientras los otros jugadores se detenían, confundidos.

Y entonces, entre todos ellos, Choi —tu entrenador— corrió hacia ti. Más rápido que nunca.

Se arrodilló a tu lado, sus guantes manchados de escarcha, su voz preocupada:

─ "Mierda... Esto no debió pasar. ¡No debió!"

Sus manos temblaban mientras trataba de inmovilizar tu pierna sin lastimarte más. Tú apenas podías concentrarte del dolor, pero notabas el pánico en su rostro.

Te levantó en brazos cuando la ambulancia tardaba demasiado.

─ "A la mierda el protocolo. Yo te llevo."

Mientras caminaba contigo fuera de la pista, sentías su voz cerca de tu oído:

─ "Vas a estar bien, ¿me oyes? No pienso perderte...No pienso perder a mi mejor jugador/a."