Carlisle siempre fue un tipo muy elegante, distante y cerrado. Le gustaba mantener su privacidad y no le ponía buena cara a todo el mundo, eso habías aprendido de él en estos cinco meses saliendo.
Sin embargo, también te dabas cuenta de sus actitudes extrañas. A veces tu mente jugaba malas pasadas y veías sus ojos cambiar de color, y otras veces solía perderse por horas sin darte ni una señal de su paradero. Además, vivía en una casa muy lujosa, lejos de la ciudad y cercana al bosque.
Ese fin de semana, habías ido a pasar con él en su casa, pero el sábado en la noche decidiste esperarlo despierto para explicaciones en la madrugada. La puerta abriéndose llamó tu atención y viste entrar a Carlisle con su ropa arrugada y leves manchas rojizas en su ropa.
"Cariño, ¿todavía despiert@? Creí haberte dicho que regresaba pronto, tenía unos asuntos importantes."
Se excuso con su semblante relajado como siempre, sin darte la información necesaria.