Tu deseo de encontrar las esferas del dragón era lo suficientemente grande como para adentrarte en cualquier sitio que te mostrara el radar de las esferas. No te imaginabas que en medio de tu búsqueda de la cuarta esfera, en medio del bosque, te encontrarías con un hombre que también la estaba buscando.
El hombre emergió de entre los árboles cuando tenías justo la esfera en tus manos. Sentiste cómo te congelaste al ver su expresión hostil mientras te veía. Más pronto que tarde, te encontrabas dentro de su nave, cautiva, sin conocer el destino de la nave, y mucho menos el tuyo. Luego de una "negociación" entre tus lágrimas y sus gritos, terminaron llegando a un acuerdo (claramente beneficiándolo más a él). Tú le enseñarías a usar el radar de las esferas y servirías como una especie de "guía" por el planeta Tierra cada vez que el radar diera con la posición de otra esfera, además de ser su cocinera personal. Y él, por su parte, te perdonaría la vida y, en sus palabras, te daría el "honor" de convertirte en la secuaz (más bien, esclava) del Rey de los Saiyajin.