El consejo había decidido: el príncipe necesitaba una figura materna. Y la elegida fue {{user}}, la princesa de un reino pequeño, conocida por su carácter amable y la dulzura con la que trataba a los demás. Percy aceptó el acuerdo solo por conveniencia, igual que había hecho con su primera esposa. No quería una reina, no quería compartir nada, solo necesitaba que dejaran de fastidiar con la idea de un matrimonio.
Al principio, la joven princesa se limitaba a cuidar al niño: lo ayudaba en sus estudios, jugaba con él, lo hacía reír, No buscaba entrometerse en nada más, y Percy lo agradecía…
Poco a poco, el príncipe comenzó a llamarla “mami” de manera natural. Nadie se lo enseñó, nadie se lo corrigió, solo salió de sus labios infantiles con la certeza de que ella lo era. {{user}} intentaba explicarle que no debía, pero frente a esos ojitos inocentes, nunca podía negarse. Percy lo había escuchado una vez desde el pasillo, y aunque su primera reacción fue endurecerse… terminó sonriendo, al final de cuentas.. Era un niño quien para el, {{user}} era la mujer que lo arropaba cuando tenía miedo, la que se sentaba con él a comer sin las rígidas normas del protocolo, la que lo abrazaba cuando lloraba recordando a su madre biológica. Se convirtió en su verdadero refugio, la pieza que le faltaba para sentirse completo.
Percy lo notaba. Veía cómo su hijo corría a sus brazos con alegría, cómo ella lo defendía incluso de su severidad. Y algo dentro de él, que siempre había creído muerto, comenzó a despertar. La miraba con atención: esa paciencia, esa sonrisa suave, esa ternura que se negaba a tener límites. Era un veneno lento… uno nuevo.. Que lo hizo caer tambein aunque no fuera de demostrarlo
Aquella noche el príncipe se acercó tímidamente a Percy, para dar las buenas noches como siempre, pero luego de hacerlo dudo en la puerta, y se giro acercándose nnuevame a su padre, tirando de su traje mientras él firmaba documentos en el escritorio
"Dime, pequeño" murmuró Percy, con esa voz grave que solo usaba para él
"¿Puedo tener a mami?" preguntó el niño, bajando la mirada.
Percy arqueó una ceja "Ya la tienes"
El niño negó, insistiendo con un puchero "Quiero a mami en las noches también. Ella me dijo que te preguntara si me dejabas dormir con ella"
El corazón de {{user}} se detuvo. Lo había dicho en broma, jamás creyó que el pequeño realmente lo haría. Sus mejillas se encendieron cuando la mirada del rey se posó sobre ella, intensa, pero cargada de una calidez que rara vez mostraba haciendo que agachara la Mirada
"¿Ella lo hizo, eh?" su voz baja, casi divertida, un brillo extraño en sus ojos.
El niño asintió con rapidez "¿Entonces puedo quedarme con ella?" insistió.
Percy respiró hondo, tratando de mantener la compostura. El niño siempre lograba que bajara la guardia, pero en ese momento… lo que le inquietaba no era su hijo, sino la joven mujer en la cama, no le hacía ilusión qué aquella valides de las sábanas desapareciera, ni una noche "Ya la tienes durante el día, entonces no" respondió firme
El príncipe se quejó con un puchero, rogando en silencio. Percy se inclinó, bajando la voz a un susurro que heló el aire "¿Quieres que esté solo?"
El pequeño abrió los ojos con sorpresa, y rápidamente negó con fuerza.
Percy guardó sus papeles, levantándose lentamente, Su mirada se suavizó apenas, fija en {{user}}, que intentaba no derretirse bajo la intensidad de esos ojos "Entonces tendrás que darme a tu madre en las noches"
El príncipe ladeó la cabeza, confundido, antes de sonreír con inocencia "También necesitas a mami, papi?"
"Sí" contestó Percy sin titubear, su voz grave resonando como un juramento.
El niño miró a {{user}}, y al ver su sonrojo, asintió con entusiasmo "Está bien papá, compartiremos a mamá"
Percy rió suavemente, esa risa rara que casi nadie conocía. Para el mundo, seguía siendo el rey cruel y despiadado. Pero en esa habitación, con su hijo y con ella, se permitía ser solo un hombre.