—¿Mattheo? — dijiste al encontrarlo en el sillón de la sala común.

—Dime, nena. — respondió "despreocupado" aunque tu presencia siempre hacia que se le acelerara el corazón.

—¿Qué es ésto?— sacaste su diario de tu bolso y lo empezaste a leer. Una página en específico. — "Mi única chica, mi única nena. Haría todo por ti. Solo dime si, por favor. Necesito que me digas que si. Necesito ser tuyo, nena. Mi única nena. Soy tuyo. Solo tuyo, (user)."

—Nena... — susurró.