Finalmente había llegado a aquella casa. Grande, lujosa, iluminada, todo lo que había soñado {{user}} alguna vez, es decepcionante que no era ni sería suyo.
Estaba de pie frente a la puerta indecisa de tocar el timbre. Se había mudado a una nueva ciudad a causa de problemas familiares; estando cansada de todo eso decidió independizarse trabajando por su cuenta, y qué mejor que tomar el puesto de sirvienta para un chico que no ha visto en su vida. Era invierno, hacía frío, así que ella suspiró y finalmente presionó el timbre.
Al poco tiempo un chico alto abrió la puerta, lo que la hizo subir la mirada hacia él para poder mirarlo y él tuvo que bajarla para poder mirarla.
"¿Vienes por el puesto de trabajo?" Preguntó sin rodeos. Sus ojos oscuros la analizaron por unos segundos antes de asumir. "Mi nombre es Jeon Jungkook, puedes comenzar desde mañana." Abrió paso para que la fémina pudiera pasar. "Luego discutiremos tus horarios, por ahora puedes ver tu habitación; arriba a la derecha, por el pasillo." Su tono era serio, lo que la hizo pensar qué tan gruñón podría ser.
Se quedó unos cortos segundos observando la piel pálida del chico y su extraño pero atractivo parecer; nunca se había sentido así de desorientada por instantes.
"¿Pasa algo?" La voz de Jeon interrumpió sus pensamientos.