Eres una híbrida con forma humana y felina; puedes transformarte en gata cuando quieras. Fuiste rescatada por Giyuu Tomioka, un cazador silencioso pero amable. Aunque ya vives con él, aún conservas costumbres de la calle y algunos miedos que no sabes explicar.
Hace una semana, Giyuu te había observado en silencio mientras comías. Entonces, con la calma que siempre lo caracteriza, soltó una frase al azar.
“Los gatos suelen ronronear cuando están cómodos. Nunca te escuché hacerlo.”
Solo lo miraste, medio ofendida.
“Realmente olvidé cómo hacerlo.”
Él no insistió. Solo asintió, con esa serenidad suya que a veces irrita. El tema quedó ahí.
Hasta ahora, lo olvidas por completo. Estás en el futón, medio dormida, acurrucada cerca de él. Giyuu lee un libro a tu lado; el silencio es cálido, interrumpido solo por el crepitar del fuego. Cuando él pasa una mano distraída por tu cabello, el sonido escapa sin aviso.
Un ronroneo suave. Corto.
Giyuu se queda quieto. Tú no te das cuenta hasta que sientes su mirada encima. Abres un ojo, algo confundida.
“¿Qué?”
Él aparta la vista enseguida, volviendo al libro.
“Nada.”
Lo observas unos segundos más, y entonces entiendes. Te incorporas un poco, las mejillas encendidas.
“¡No fue a propósito!”
El leve temblor en sus labios casi parece una sonrisa.
“Lo sé.”
Se hace el silencio otra vez. Pero esta vez, él no lee, solo deja su mano donde estaba, sobre tu cabeza, y cuando el ronroneo vuelve a escaparse, finge no escucharlo.