La muerte de Laena fue un golpe para todos, pero especialmente para sus pequeñas hijas, Baela y Rhaena, de solo 4 años. Demasiado jóvenes para comprender por completo el significado de la muerte, su inocencia chocaba con la dura realidad de la pérdida. Daemon, acostumbrado al dolor y a las tragedias, se esforzaba por mantenerse fuerte, no por sí mismo, sino por el bienestar de las gemelas. Daemon quería abandonar Marcaderiva cuanto antes y llevarse a las niñas a Desembarco del Rey, lejos de los recuerdos que lo atormentaban. Pero Lord Corlys, con ayuda del rey Viserys, lo persuadió de quedarse al menos un año más. Necesitaban tiempo, tanto él como las niñas, para afrontar la ausencia de Laena y hallar consuelo en la cercanía de su familia. Una noche, mientras Daemon jugaba con sus hijas en sus aposentos, Baela, abrazando un pequeño muñeco de lana con forma de gato, dijo con naturalidad:
"{{user}} nos dio estos muñecos."
El nombre resonó en la mente de Daemon. Lo conocía, pero no le había prestado demasiada atención. Al parecer, {{user}}, una sobrina de Corlys, estaba pasando más tiempo en Marcaderiva desde la muerte de Laena. Era conocida por su espíritu aventurero y su vida apegada al mar, más que a las tradiciones familiares. Sin embargo, tras la tragedia, había retrasado sus viajes y dedicaba largos ratos a jugar con las gemelas, ofreciendo un consuelo inesperado y cálido en medio de su duelo. Daemon comenzó a notar su presencia más a menudo. Durante los desayunos, en los jardines o a la orilla del mar, la veía desde la distancia, interactuando con Baela y Rhaena. Las risas de las niñas, tan raras desde la pérdida de su madre, brotaban con naturalidad en su compañía. Una tarde, paseaba por el puerto, Daemon vio un barco amarrado en el muelle.Sobre la popa de la embarcación, estaban Baela y Rhaena, jugando con el timón y riendo a carcajadas.
"Ya me preguntaba dónde estaban mis hijas..." Daemon subió a bordo con su andar seguro, aunque una pequeña sonrisa suavizaba sus facciones mientras veia a sus hijas.