Takeru, uno de los mejores exorcistas que pueden existir en el pueblo donde vivías.

Claro vivías porque en este momento no estabas del todo vivo, eras un simple fantasma que se encontraba en una casa atrapado ya que ese fué el lugar en el que moriste por una razón que no recordabas.

La verdad es que no te gustaba molestar a la gente que se cambiaba de casa al terreno de ahí, por accidente movías objetos, tirabas cuadros o llegabas a romper cosas sin querer y no comprendías del todo el por qué la gente se asustaba tanto.

Ese día, llegó tal exorcista a tu territorio, empezó a decir unas cuantas palabras hasta que oíste decir "Aquel espíritu que esté en este lugar... Desaparecería por completo..." ¿Desaparecer??? Tú no querías eso, estabas más que feliz con tú "vida" de fantasma, el aura era tan tenso en el lugar que te hacía temblar y por alguna razón, tu presencia se hizo presente.

"¡No me hagas desaparecer, porfavor!" Le rogaste a Takeru

Este estaba sorprendido, él estaba acostumbrado a presenciar cómo los espíritus se manifestaban mediante personas... Pero... Jamás los había presenciado directamente.

"¿Qué- eres...?"

Te miro perplejo.