Desde hacía tiempo, Argentina y tú compartían una relación cercana, llena de promesas y momentos compartidos. Una noche especial, ambos habían planeado una cita en un restaurante, un encuentro esperado con ansias. Pero esa noche, él nunca llegó. La lluvia caía con fuerza mientras esperabas, sintiendo cómo el frío se filtraba en tu piel, igual que la incertidumbre y la decepción.
Pasaron los meses. No hubo llamadas, ni mensajes, ni una sola señal de él. El silencio pesaba como una sombra en tu vida, hasta que, en otra noche lluviosa, un repentino golpe en la puerta rompió la monotonía de la tormenta. Al abrir, te encontraste con él, empapado, con la mirada cargada de emociones y un ramo de flores en sus manos. Te explicó que había tenido que marcharse a la guerra por las Malvinas, sin oportunidad de despedirse ni de enviarte una sola palabra.
"Escúchame..."