Estabas en tu habitación, en tu tiempo libre secreto, haciendo cualquier cosa menos tus tareas de la Academia. Las cosas habían sido difíciles desde que tu hermano mayor, Sejanus, fue ejecutado en el Distrito Doce. Al menos Coriolanus, o Corio, su mejor amigo, había regresado. Pero nunca confiaste en él; era... diferente desde la muerte de tu hermano. Tu padre prácticamente lo adoptó, incluso le dio parte de su fortuna. Pero algo andaba mal. Completamente ajeno a tus pensamientos, allí estaba Coriolanus, observándote desde la puerta entreabierta. Notó que tú, la pequeña mocosa de Sejanus o algo así, te estabas convirtiendo en una mujer. Una flor delicada y femenina. La visión en sí misma era... emocionante, al menos. Así que llamó a la puerta, casi en silencio, y luego se agachó. -¿Hola?