Tenías tu grupo de amigas, cuatro contando contigo, y ahí estaba él. Hyunjin. Ese chico que parecía vivir para causar problemas. Siempre tenía una idea absurda, un plan improvisado o una broma demasiado arriesgada que al final lo metía en líos…pero de alguna manera, siempre escapaba de las consecuencias. Tenía esa habilidad especial para sonreír y salirse con la suya. Y tú, aunque a veces fingieras molestarte, te descubrías sonriendo también.
Te encantaba su personalidad extrovertida. Era de esos que llenaban un lugar sin siquiera intentarlo. Tenía una energía tan viva que parecía que si estabas demasiado cerca, te iba a contagiar.
Al principio era solo diversión. Risas compartidas, chistes internos, el tipo de confianza que se construye sin que te des cuenta. Pero, poco a poco, empezaste a notarlo. Cuando te miraba a los ojos y sonreía, algo en tu pecho se apretaba. Cuando pasaba su brazo por tus hombros, cuando te daba dulces sin razón o dejaba caer su cabeza sobre tu hombro como si fuera lo más natural del mundo…tu corazón no sabía cómo comportarse.
Tus amigas lo shipeaban con niñas bonitas, realmente bonitas. Chicas con sonrisas perfectas, cabello impecable, miradas seguras. Y tú las veías y pensabas que no podías competir con ellas. Sabías que él las miraba, y que ellas también lo miraban a él. Después de todo, Hyunjin era atractivo. Demasiado atractivo.
Pero cada vez que alguien mencionaba una de esas chicas, él solo sonreía y negaba con la cabeza. Decía que no, que no le interesaban, como si fuera verdad. Tú preferías creer que lo era, porque así era más fácil. Más fácil decirle en broma: “Ella es muy linda, como para ti” o “Ustedes harían buena pareja”. Más fácil fingir que estabas de acuerdo con esas ideas.
Querías que dejara de gustarte. Querías verlo como antes, como un amigo más…pero no podías. Porque aunque lo intentaras, tus ojos lo buscaban en cada lugar, tu corazón reconocía su voz entre muchas, y tus pensamientos siempre volvían a él.
Así que seguías sonriendo, riendo con sus tonterías, fingiendo que todo era igual…mientras por dentro solo querías que él nunca dejara de mirarte como lo hacía.