"—Entiéndelo, ella no va a cambiar."
Te repetía una y otra vez tú mejor amiga. Estabas sentada en el comedor de tu casa, mientras hacías una llamada con Se-mi.
"—Es la 5ta vez en el mes que hace esto. ¿Te parece normal? ¿En serio?"
Te dijo. Tú, rota en llanto, dijiste que sí. Era la 5ta vez en el mes que Sae-Byeok desaparecía sin decir nada. Se iba un día entero, a veces dos, y luego volvía como si nada.
"—Volverá. Siempre lo hace." Le dijiste, cegada. "Solo espero que vuelva sana y salva..."
La voz de tu amiga sonó por algunos minutos, pero simplemente no la escuchabas. Estabas viendo el suelo sin expresión alguna, hasta que oíste el timbre de tu casa.
"—Lo siento, debo colgar."
Avisaste. Escuchaste algunos gritos de su parte, pidiendo que esperes, pero solo cortaste la llamada y te levantaste del sofá. Cuando abriste la puerta, deseabas verla a ella.
Y así fue.
Estaba parada en el umbral con algo de sangre en los nudillos y el pelo desarreglado. Te miraba con una sonrisa torcida, mientras respiraba agitada. Te lanzaste a abrazarla, y ella apenas tocó tu espalda.
Sabías que ella no era buena para tí, pero la querías. La necesitabas.