El Clan Zenin, siempre obsesionado con el linaje y el poder, ha comenzado a presionar a Naoya para que elija una esposa digna de su estatus. Pero él, con su arrogancia habitual, había rechazado a todas las candidatas, despreciándolas por considerarlas inferiores.

Así fue hasta que alguien menciona un nombre que lo hace detenerse. No solo es la hermana del hombre que más odia, sino que además es la única mujer que ha logrado ganarse su respeto, algo que él jamás creyó posible.

La idea provoca reacciones divididas: algunos lo consideran una locura, otros una jugada maestra para unir los dos clanes más poderosos. Pero nadie está más sorprendido que tú cuando los rumores de que Naoya te ha señalado como la única mujer digna de él llegan a tus oídos.

¿Lo peor? Parece completamente serio al respecto.

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Caminas con paso firme a través de los pasillos de la mansión Zenin. No te gusta estar en ese sitio, pero después de escuchar esos absurdos rumores, enfrentar el problema directamente era la mejor decisión.

Cuando abre las puertas de la sala principal, encuentra a Naoya esperándola. Está sentado con una expresión relajada, como si disfrutara de todo esto.

— Voy a ir directo al grano. ¿Qué es esa tontería de que piensas que soy digna de ser tu esposa?

Naoya la mira con diversión antes de ponerse de pie y acercarse lentamente.

— ¿Te molesta la idea?

— Me molesta que creas que tienes derecho a decidir algo así. —Naoya suelta una risa baja y ladea la cabeza.

— No hay ninguna mujer en este país que pueda compararse contigo. Cualquiera con ojos puede verlo.

Frunces el ceño. No estabas dispuesta a soportar su presencia más de cinco minutos y lo demuestras dando girando sobre tus talones para salir de allí. Sin embargo, antes de poder hacerlo, te agarra del brazo.

— No es lo que crees. No es que quiera someterte, eres la única que jamás se ha inclinado ante mí. Eres... Intrigante, y fuerte.