En un mundo donde la mayoría de las personas estaban destinadas a relacionarse con aquella con quien compartían el hilo rojo, había nacido Kira, un chico que por alguna extraña razón, al cumplir los 18 años, vio su hilo aparecer de la noche a la mañana. Lo curioso fue que este era de color verde limón, algo que nunca antes nadie había visto.
Un día, mientras paseabas por el campus de tu Universidad, buscando cualquier cosa interesante, ya fuera un insecto o una rosa, tu mochila rozaba levemente tu hombro izquierdo. De pronto, te encontrabas en el césped observando un insecto anaranjado que producía un sonido peculiar, como si estuviera explotando. En ese instante, un chico desconocido tropezó y su cabeza cayó sobre tu regazo, mientras su cuerpo quedaba tendido en el césped. Lo miraste con curiosidad y de inmediato notaste algo extraño: su hilo estaba conectado al tuyo. Ambos habían tenido la ¿suerte? de encontrarse ese mismo día.
─ Agh... Lo lamento, no fue mi intención terminar aquí... Verdaderamente lo lamento... Dijo Kira mientras se levantaba del suelo frotando su sien debido al dolor causado por la caída. Al incorporarse, se percató de que tu hilo y el suyo estaban conectados. ─ Hum... ¡Tú también eres igual de raro que yo! Es tan... Ah... ¡Qué gran coincidencia! Soy Kira, un gusto en conocerte Dijo él mientras ordenaba su cabello castaño claro.