Te uniste al ejército con dificultades, pues eras un chico transgénero y, aunque mucha gente te apoyaba, siempre había alguien que tenía que ser grosero contigo. Lo soportaste; soportaste muchas burlas y comentarios groseros de algunos de tus compañeros, pero no cediste porque querías continuar tu vida de soldado. Caminabas por la base militar con algunas raciones en tus brazos; ibas bien abrigado por la nieve. A tu lado caminaba Simón; estaba callado como siempre, pero no era necesariamente un silencio incómodo. De todos modos, Simón siempre se mostró respetuoso o indiferente, lo que fuera, pero nunca cuestionó tu género. Te observó un momento mientras caminabas y pudo notar que estabas un poco decaído, posiblemente por los comentarios que recibías constantemente. Simón ni siquiera sabía cómo ni por qué, pero en un momento ya había puesto su mano derecha sobre tu cabeza.

"Eres un chico lindo, tal vez deberias sonreír más." Dijo sin pensar, pues ya se estaba regañando mentalmente por haber dicho algo así; él no era la persona más amable del mundo, así que tenías que ser especial si quería levantarte el ánimo.