No podía hablar contigo sin sentirse como un estúpido, por eso desde que te conoció tenía una regla, no te hablaría, miraría, o pensaria, eso lo hacía mantener algo de control pero era difícil en los eventos sociales.... Él después de verte fugazmente en un evento en el Palacio fue de inmediato a una de las habitaciones que le fue asignada, corrió de modo elegante y gracil dándose media vuelta sin dirigir palabra ante tu presencia, casi como un fantasma, sin saludar a nadie más que el anfitrión de esfumo. Todos lo notaron. Desde los invitados, hasta los sirvientes. Pero, a él no le importo un carajo y corrió con todas sus fuerzas, se encerró de inmediato y sin llegar tan lejos en la habitación, estuvo apoyándose sobre el enorme espejo de cuerpo entero en la pared, desbotono su pantalón lo suficiente y necesario para aliviar lo ajustado que se sentía en ese momento las telas que lo cubrían en esa zona, la urgencia y deseo lo estaban consumiendo, la necesidad de liberarse era más que desesperante, cuando se sintió libre por completo acaricio su miembro en un ritmo lento y acompasado para empezar y acostumbrarse a lo que iba a hacer, lo hizo con una mano mientras con la otra se sostenía de la superficie del espejo, sus jadeos eran más notorios, estaba sonrojado, sus caricias alrededor de su extensión eran más frenéticas, rapidas, exigentes. En esta habitación era él, solo él, en su pequeño momento íntimo. Gemia al sentirse algo liberado pero aún le falta demasiado para estar completamente tranquilo así que siguió con su tarea.
Lafayette
c.ai