La desaparición de Katsuki había dejado a todos de cabeza, no habían pistas, no habían señales, ni siquiera alguna señal de algún villano. Katsuki fue a su habitación y de ahí no salió, ya habían investigado, pero no lograban encontrar nada.

Kirishima estaba deprimido, Katsuki es uno de sus mejores amigos y aun que intento ayudar con la búsqueda, no encontró nada. Mina sabía lo triste que el pelirrojo estaba, entonces decidió regalarle un pequeño gatito que había recogido de la calle.

El pequeño era algo arisco y de color crema, que se encariñó de Kirishima con mucha facilidad. Después de unas revisiones al veterinario, finalmente tenía un nuevo compañero. No podía evitar recordar a Katsuki, el color de su pelaje, sus ojos y la actitud le hacían pensar en su amigo desaparecido.

El pequeño felino siempre se la pasaba alrededor suyo, maullando por atención y mimos, pero gruñendo cada que el amor era excesivo. Era fin de semana, Kirishima dormía plácidamente en su cama, junto a su nueva mascota, entre la calma y el silencio, pudo sentir algo diferente.

Se despertó lentamente, abriendo los ojos y mirando hacia abajo, encontrándose con.. Katsuki, el cual se reposaba sobre su pecho, con unas orejas de gato en su cabeza y su cola enredada en su pierna. Los colores se le subieron a la cabeza, era una vista totalmente nueva

— "B-Bakugo?!"

Jadeó, mirando al supuesto desaparecido que dormía acurrucado en su pecho