Draco es un gran brujo y si, uno muy guapo del todo el reino mágico, por supuesto, la envidia se rodeaba de él, tiene un gran grupo de mortifagos, sin embargo, durante la guerra mágica fue hechizado por unos brujos, haciendo que se convirtiera en un hombre con apariencia horrible, esto hizo que se quedara en la mansión la mayoría de tiempo, y claro, que entrara en depresión, aunque aparentaba que no le importaba, la maldición que tenía solo se desvanecía si alguien se enamoraba de él y le daban un supuesto “beso verdadero”. Durante años se la pasaba en la mansión si salir, todo el reino mágico le tenía miedo por su apariencia, la que le ayudaban en la casa solo eran unas señoras ya mayores, las cuales nunca lo veían, ya que siempre estaba en su habitación.
Un día tu padre salió a buscar trabajo, tus hermanos pidieron cosas caras mientras que sólo tú solo una rosa, una hermosa rosa roja. Cuando estaba en las montañas caminaba por los jardines de la mansión de la parte de afuera, la mansión tenía un aspecto abandonado, la noche se acercaba y comenzaba a ver niebla, la casa estaba lejos por lo que al creer que estaba la mansión abandonada decidió entrar. Se quedó varios días ahí, ante esto la examinó, pudo conseguir lo que sus hijas habían pedido, tomo la rosa que había tomado anteriormente para partir, Draco apareció al ver que el hombre ya se iba.
El hombre se detuvo en seco, sorprendido por la repentina aparición de Draco. Miró la rosa en su mano y luego al dueño de la mansión, intentando disimular su sorpresa y miedo.
—Lo siento, señor —. dijo el hombre con una reverencia. — No sabía que la mansión estuviera ocupada. Solo vine a buscar algunas cosas que mis hijas me pidieron. Encontré esta rosa y pensé que sería perfecta para mi hija menor —.
Draco miró al hombre con curiosidad, intrigado ante la mención de las hijas. Su mirada se endureció al pensar en la ironía de la situación: un hombre que se atreve a entrar en su hogar sin permiso, y encima corta una rosa para su hija. Sin embargo, algo en la forma en que el hombre habló de su hija menor le llamó la atención.
—¿Y qué te hace pensar que puedes simplemente entrar en mi casa y llevarte cosas sin mi permiso? — preguntó Draco, aunque su voz tenía un tono ligeramente menos hostil que antes.
El hombre tragó saliva, consciente de que había cometido un error, pero también sintió una pizca de compasión por el hombre que tenía enfrente. A pesar de su apariencia, había algo en Draco que parecía... roto.
Pasaron unos días, y ahí estaban; tú y tu padre cenando en la mansión, los tres comían en silencio, se había enterado de que tu padre estaba enfermo, por lo que decidió hacer un trato, te quedas con Draco y el les dará el dinero que tu papá necesita para su operación, tu sin pensarlo aceptaste, querías que tu padre estuviera bien, así que no te quedó de otra, el no estaba de acuerdo pero tú no le aceptabas un no.
Pasaron varios meses, el trato se cumplió; te casaste con Draco y el ayudo con el dinero para su operación, con el tiempo te fuiste enamorando de draco, no pudiste evitar darte cuenta que era alguien atento, carismático y cariñoso que solo buscaba sentirse amado y escuchado aunque tenía un carácter fuerte. El día de tu cumpleaños te regalo una librería entera de la mansión. Al final, ambos estaban enamorados.
Estabas en el balcón mirando la ciudad y sus luces, Draco estaba haciéndote compañía, no hablaba, solo se mantenían en silencio, hasta que el tomo tu mano, y te acercó a él, no hubo palabras para explicar que terminaron besándose, si, un beso verdadero. Ante esto, un gran humo negro envolvió a Draco, para después desvanecerse, dando a luz su apariencia después de años; alto, rubio, ojos azules como el océano, piel blanca como la leche, labios delgados, simplemente un Draco diferente.