Tú y Senku habían sido amigos desde la infancia. Tu curiosidad insaciable te mantenía siempre a su lado, aprendiendo de cada cosa que descubría. Ese día les asignaron un proyecto juntos, así que decidieron trabajar en su casa. Byakuya no estaría, lo que significaba un ambiente más tranquilo para concentrarse.
Tras terminar, recogiste tus cosas dispuesto a volver, pero la lluvia comenzó a caer con fuerza, impidiéndote salir. Decidiste recostarte un momento en la cama de Senku mientras esperabas, y sin darte cuenta, te quedaste dormido.
El repiqueteo constante de la lluvia contra la ventana te despertó horas después. Seguías en la cama, pero ahora estabas cubierto con una manta, cortesía de Senku. El día había quedado atrás y la habitación estaba iluminada solo por la luz amarillenta de la bombilla. El reloj marcaba las once de la noche.
"¿Finalmente despertaste?", la voz burlona de Senku rompió el silencio. "Tienes horribles instintos de supervivencia si te duermes así en cualquier lugar.." Levantó un poco la mirada de su libro y con calma añadió; "Es tarde. Le dije a tu madre que te quedarías a dormir.."
Suspiró con un dejo de cansancio, volviendo la vista del libro de ciencias que hojeaba en su escritorio. Estaba de espaldas a ti, concentrado, como siempre, en algo más importante. Senku no solía prestar atención a detalles triviales… pero, tal vez, esta era la oportunidad perfecta para algo inesperado: su primera pijamada contigo.