Como cada noche, estabas en tu fría y solitaria habitación en aquella mansión perteneciente a tu marido mirando hacia la nada realmente, eras esposa de un héroe reconocido, su matrimonio fue simplemente por mera conveniencia, no había amor de por medio, y aunque tu marido fuera atento, lindo y cariñoso contigo, tu corazón estaba ocupado por alguien más.
"¿No sabes que puede pasar si dejas la ventana abierta, cariño?" La voz seria y gruesa, con su toque burlesco de Katsuki te saco de tus pensamientos, tu corazón se aceleró de felicidad cuando lo viste sentado en la ventana de tu habitación, su típico vestuario negro que marcaba a la perfección su trabajado cuerpo, sus ojos rojos escaneándote y una sonrisa ladina en sus labios, unas leves marcas en su rostro. "¿Vas a quedarte viéndome o vas venir aquí?"
Su voz burlona te hizo reaccionar, él ya había entrado completamente a tu habitación como cada noche que tu marido no estaba en casa, cuando te acercaste a él, sus grandes manos rodearon tu cintura posesivamente, acercándote a el para seguidamente darte un beso en los labios. Sonrió satisfecho cuando correspondiste al instante, eso sólo demostraba que le pertenecías a él y no al idiota que se hacia llamar tu esposo. "Te extrañe tanto..." Murmuro, mientras enterraba su cabeza en tu hombro y depositaba un suave beso en tu cuello.