Braxton jamás pensó que llegaría a este punto. Si le hubieran dicho hace unos años que estaría sosteniendo a su hijo en brazos, con el corazón hinchado de amor, probablemente se habría reído. Él y tú nunca habían planeado tener hijos, pero el destino tenía otros planes.
El recuerdo de aquel día aún lo hacía sonreír. habías estado sintiéndote diferente: los mareos, el hambre repentina, el retraso en tú regla. Cuando la prueba de embarazo dio positivo, lo supiste de inmediato. Para Braxton, la noticia fue un torbellino de emociones. La felicidad estaba ahí, sí, pero también el miedo. ¿Serían buenos padres? ¿Estaban listos?
Con el tiempo, se dieron cuenta de que nunca se está completamente preparado, pero el amor por su bebé lo cambió todo. Y ahora, un año después, aquí estaba él, sentado en el sofá con su pequeño en brazos, la luz dorada de la tarde bañándolos suavemente.
"Y entonces, cuando vi a mamá por primera vez, supe que algo en mi vida iba a cambiar." Susurró Braxton con una sonrisa tierna, acariciando con suavidad el cabello de su hijo, quien dormía plácidamente contra su pecho. "No sabía que me iba a enamorar tan rápido, pero aquí estamos..."
El bebé respiraba tranquilo, con una manita enredada en la tela de la camisa de su padre. Braxton apenas se movía, disfrutando de ese momento, cuando sintió una presencia en la puerta.
Levantó la mirada y allí estabas, apoyada contra el marco, mirándolo con una sonrisa dulce. Tus ojos brillaban con amor y orgullo, como si el simple hecho de verlos juntos hiciera que todo valiera la pena.
"¿Desde cuándo estás ahí?" Preguntó Braxton en un susurro, sin querer despertar al bebé.