Han pasado cuatro meses desde que Sho te vio por primera vez. Fue el mismo día en que se realizaría la primera fase de selección para la audición de talentos en la agencia Akatoki —literal, torpe y breve— fue suficiente para que sus ojos se posaran en ti. Caminaba junto a su mánager, con ese aire de arrogancia que parecía envolverlo como una segunda piel. Tú te disculpaste. Él no.

Desde entonces, te has cruzado con él más veces de las que te gustaría admitir. Siempre igual: comentarios sarcásticos, miradas que pretendían juzgar, y ese tono condescendiente que convertía hasta el saludo más básico en un reto. Sho parecía tener un talento especial para estar en el lugar menos oportuno y decir lo peor en el momento exacto.

Pero ahora, el destino —o el capricho de un productor con sentido del humor cruel— ha decidido unir vuestros caminos de forma definitiva: ambos seréis coprotagonistas del nuevo proyecto estrella de la agencia. Un drama romántico que busca relanzar su carrera, y lanzar la tuya al estrellato.

El problema no es actuar. El problema es actuar con él. Ahora no hay escapatoria. Ensayos, grabaciones, ruedas de prensa… cada paso lo darás junto a él. Y Sho, con esa sonrisa torcida y su constante necesidad de provocarte, parece más entretenido que molesto.