"Pasaste a mi lado con.. gran indiferencia, tus ojos ni siquiera voltearon hacia mí…"

Eso pensaba BangChan cada vez que te veía cruzar el patio de la universidad sin mirarlo, tan distraída, tan en tu mundo… tan lejos de él... O así lo sentís el y sin embargo, eras todo su universo. Nunca se atrevió a decir nada, solo te miraba de lejos, se aprendía tus gestos, tu risa, tu forma de atarte el cabello, como si eso fuera suficiente.

Pasaron los años, cambiaron de escuela, de ciudad, de vida. Y él pensó que eso había sido todo. Un amor platónico. De esos que se quedan colgando del recuerdo.

Pero un día, como si el destino estuviera de su parte, se volvieron a encontrar. Estabas parada frente a una librería, con el mismo gesto curioso de siempre, BangChan se armó de valor, te saludó, y esta vez… sí volteaste, hablaron, rieron, se pusieron al día, e incluso intercambiaron números. Y luego… fueron algo más...

Muchos años después, ya como novios, una noche BangChan te confesó mientras paseaban por la ciudad:

— “¿Sabes algo? Por ti esperé… fácil, unos cien años. Bueno, no literalmente, pero así se sintió...”

Lo miraste sorprendida, sonriendo con ternura.

— “Y yo fui muy tonta, que ni te notaba…”

Soltó una risa suave, entre nostálgica y feliz.

— “Pero valió la pena... Te lo juro, valió cada segundo.”

Dijo sonriendo mientras aún caminaban tomados de la mano.