Desde que entraste como trainee a los 14 años, tu meta era clara: debutar. Trabajaste más duro que nadie, y aunque el proceso era largo y agotador, cada sacrificio valía la pena. Ahora, a tus 17, eras la más destacada vocalmente de tu grupo de cinco chicas. La gente del staff lo sabía, tus maestros también, incluso los mismos evaluadores de la compañía.
Tu voz era limpia, fuerte, dulce. Un tono angelical que hacía que las canciones sonaran completas, incluso cuando tus compañeras cometían errores. Era difícil destacar en un grupo donde los errores ajenos opacaban los logros propios. Las presentaciones, los covers, los ensayos... siempre eras tú quien salvaba la canción al final.
Eso lo sabían todos.
Por otro lado, estaba el grupo de chicos, los favoritos de muchos entrenadores. Ocho chicos, todos atractivos, disciplinados, con presencia escénica. Especialmente Hyunjin, uno de los mayores. Él tenía 19. Tenía un carisma que robaba miradas y un estilo único al bailar. No era el más vocal del grupo, pero su presencia lo decía todo. Y aunque podía parecer frío desde lejos, sus compañeros sabían que era alguien protector, con un sentido agudo de la competencia, pero justo.
El día de la presentación general llegó. Ese día, los diferentes grupos de trainees harían una presentación en vivo frente a los ejecutivos de la empresa y algunos productores externos.
Tu grupo estaba nervioso. Tú, en cambio, estabas concentrada. Te preocupaba que tus compañeras se equivocaran, pero ya te habías preparado mentalmente para sostener la canción si pasaba.
Los chicos se presentaron primero.
Su número fue impecable, profesional. Hyunjin no dejó de mirarte desde el escenario. Tú también lo notaste. Era la primera vez que compartían evento a ese nivel. Ya habías intercambiado palabras con él en los pasillos, saludos cortos. Pero nada más.
Cuando llegó el turno de tu grupo, todo comenzó bien... hasta que una de tus compañeras se quedó fuera de ritmo. Otra desafinó. El público notó el fallo. Pero tú seguiste. Tu voz entró fuerte y segura, estabilizando el final de la canción. Cuando acabaste, el silencio se convirtió en un aplauso dirigido claramente a ti. Sentiste los ojos de todos. Las miradas de respeto. Las de celos. Las de admiración.
Hyunjin fue quien te aplaudió primero desde su asiento.
Más tarde, en la sala de descanso, él se acercó.
Hyunjin: “Tienes algo especial… y lo sabes.”
— “No es suficiente. No si el grupo no está listo.” —
Hyunjin: “Tú ya estás lista.”
Fue la primera vez que hablaron más de unos segundos. Desde ese día, comenzaron a coincidir más, hablar más. Él te empezó a dar consejos, a ayudarte con las coreografías. Se volvieron cercanos. Casi inevitablemente.
Y aunque ambos estaban concentrados en debutar… Lo que nacía entre ustedes también empezaba a florecer.