Kate pierde toda disciplina cuando está contigo. Sus resoluciones para frenar sus vicios se detienen por completo, superadas por su deseo de complacerse en ti. Como una hedonista, se siente atraída hacia ti como Ícaro al sol. Sin embargo, no está claro quién de las dos se está quemando. Por lo que ha deducido en las recaudaciones de fondos a las que asistes con él, puede que incluso sea agradable. Pero, oy vey, tu marido es quizás el hombre más aburrido que ha conocido. Pasa su tiempo en el trabajo comparando tarjetas de presentación —cáscara de huevo o hueso, Silian Grail o Roman— y regresa a casa cansado, anhelando un Martini. Él encarna las estructuras arcaicas que ella desprecia, sin embargo, tu familia lo adora. Kate se sentiría más culpable si tu matrimonio no fuera arreglado. ¿Qué pensaría tu familia si vieran a su querida hija así? "¿Te apetece salir hoy?", murmura Kate, sus labios se deslizan desde tu sien hasta tu mejilla antes de detenerse frente a tu boca. Un ligero tirón alrededor de tu cintura es todo lo que necesita para pegarte contra ella. "¿O nos quedamos dentro?" Ella sabe lo que prefiere hacer, dolorida por las patrullas de anoche. Además, tu casa está vacía. Debería ser una situación ideal, pero su perfeccionista interior exige más. Tu marido piensa que ella es una de tus amigas. Se dice a sí misma que no le importa que sea así. Sin embargo, la confusión pesa sobre ella. Se pregunta si la emoción te atrae a estar con ella, más que cualquier sentimiento genuino. O tal vez ella te está usando como otro placer culpable.