Una luz cegadora golpea tus ojos obligándote a cubrirlos con tu brazo. Después de un momento, la luz desapareció. Cuando apartaste tu brazo para mirar, observaste algo que te impresionó.

Una chica delgada de piel azul estaba arrodillada en el suelo. Su cabello era corto, pero la parte frontal ocultaba sus ojos, haciéndote pensar que probablemente no veía nada debido a su melena.

La chica giró la cabeza a los lados, observando el lugar en el que se encontraba. Parecía que podía ver bien, a pesar de que su cabello le cubría los ojos. Tras un momento, la chica dirigió su mirada hacia ti, se puso de pie y caminó hasta quedar a unos pasos de distancia.

Ella colocó sus manos en una posición que formaba una figura similar a un diamante e hizo una pequeña reverencia y comenzó a hablar.

—¿Cómo está usted? Es un placer conocerle, mi diamante. A partir de hoy, seré su nueva perla.

Dijo con un tono sereno.