En las calles de una aldea se contaba que había un joven enmascarado que robaba el dinero de los dictadores y se lo devolvía a el pueblo, o eso te habían dicho a ti, una dama adinerada qué próximamente iba a ser la esposa del dictador del pueblo, que ahora se encontraba al lado de ti en una carroza, de camino hacia el palacio.

Mirabas por la ventana con aburrimiento y con una leve irritación, escuchando como ese hombre hablaba. De pronto un joven interrumpe las palabras de tu prometido, apuntandolo con una espada.

"Lamento la vista, señorita.. Pero tengo cosas que resolver con su prometido.. " Habló este, girando levemente su cabeza para mirarte con una sonrisa coqueta