Fueron dos años. Dos años de besos escondidos, de mensajes a medianoche, de llamadas cortas pero llenas de cariño, de promesas susurradas entre risas tímidas. Dos años donde cada instante con Hyunjin parecía un refugio, aunque siempre con la sombra del secreto sobre ustedes.
Ustedes dos no habían hablado acerca de su sexualidad con sus amigos, tampoco con gente cercana a ustedes.
En su grupo de amigos, eran ocho en total. Allí lo conociste. Entre conversaciones, bromas, salidas, su mirada siempre encontraba la tuya. Nadie lo sospechaba, al menos no al principio. Hyunjin era tuyo en silencio, y tú eras suyo en un mundo donde los ojos curiosos no podían alcanzarlos.
Pero incluso los refugios tienen grietas. Las discusiones se hicieron repetitivas, girando siempre en torno al mismo tema: el miedo, el silencio, el no poder ser libres. Tú, agotado, sentías cómo algo dentro de ti se quebraba poco a poco. Y con el corazón hecho pedazos, decidiste romper con él.
Aquel día fue el peor. Tu voz temblaba cuando dijiste que no podías más. Hyunjin no gritó, no reclamó; solo te miró con los ojos húmedos, como si las palabras se le hubieran quedado atrapadas en la garganta. Su silencio pesó más que cualquier discusión.
Desde entonces, cada reunión con el grupo era una tortura disfrazada de normalidad. Tenías que actuar como si nada, fingir que él era solo uno más. Al inicio, ni siquiera se miraban. Evitaban sentarse cerca, evitaban hablarse, como si la distancia pudiera borrar lo que había entre los dos. Pero el silencio también comenzó a quebrarse.
Hyunjin empezó a mirarte. Con esos ojos cálidos, llenos de amor, con la misma dulzura de siempre, como si el tiempo no hubiera cambiado nada. Cuando reías con alguien más, él sonreía también, solo por verte feliz. Cuando hablabas, él te escuchaba con atención absoluta, como si cada palabra tuya fuera lo más importante de la noche.
A veces lo sentías demasiado cerca. Una mano que rozaba la tuya por accidente, un hombro que se inclinaba un poco más de lo normal, un comentario dirigido solo a ti, como si buscara a toda costa recuperar algo de lo perdido.
Tú, en cambio, te mantenías distante. Evitabas sus ojos, porque sabías que si caías en ellos, te sería imposible mantenerte firme. Reprimías las ganas de responder a su cariño, de dejarte envolver de nuevo en su ternura. Sabías que aún lo amabas, pero también recordabas el peso que te llevó a romper.
El grupo comenzó a notarlo. No todos, pero sí algunos. Miradas curiosas se intercambiaban cuando Hyunjin te dedicaba esa sonrisa que no podía ocultar. Cuando tú desviabas la vista con torpeza, fingiendo que no había nada. Nadie se atrevía a preguntar, como si la verdad fuera demasiado evidente y demasiado delicada para tocarla.
Era extraño. Estaban separados, pero él seguía amándote como el primer día. Y tú…tú intentabas convencerte de que debías mantener la distancia, aunque tu corazón gritara lo contrario cada vez que lo sentías cerca.